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Testimonios

Febrero 2015
Magdalena Goycoolea
“La práctica y la paciencia son la clave para bordar”

 

Magdalena aprendió a bordar hace ya varios años. Le enseñó una profesora de su colegio El Golf cuando estaba en 5° básico, y desde ahí no ha parado. Dice que al principio le costó aprender, no le achuntaba a los agujeros en la esterilla, se equivocaba, metía la aguja en cualquier parte, pero que con mucha práctica y paciencia finalmente lo logró.

No hay nada sobre el bordado que no le guste. “Me relaja mucho. Una vez que empiezo no paro, me embalo”, cuenta, aunque dice que después de tanto bordar le duele un poco la espalda. Sofía, su hermana gemela, dice que “tiene como veinte esterillas, y cuando borda en una muy chiquitita le tirita el ojo, sólo por el cansancio, y por no parar”. Magdalena cuenta que sólo conoce un punto, el punto cruz, pero que eso no la detiene; es infinita la cantidad de bordados que ha realizado, y que se pueden utilizar de diferentes maneras, como en cojines, cuadros, alfombras y bajadas de cama, bolsos, etc.

Para empezar, escoge diseños que le gusten como por ejemplo “Pokemon”, que es su favorito, o bien diseños que les gusten a otras personas cuando los bordados son por encargo o para regalo.

En una tienda ubicada cerca de su casa manda a hacer sus diseños, compra las agujas, esterilla gruesa y lanas de colores. Allí encuentra absolutamente todo lo que necesita para comenzar cada bordado, que dependiendo del tiempo que tenga, le toma entre dos a tres semanas terminar.

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